Don Jorge Díaz
Esta historia me la contó don Bene de Balmaceda y él se la atribuye como protagonista.
Resulta que en la época del cincuenta la gente de la región se mandaba a decir las cosa por radio, porque no había internet ni teléfono ni locomoción. Ni carreteras había. Eso está bastante investigado.
Entonces, un día don Bene estaba tomando mate y escuchó un recado para él: «Bene, tu compadre dice que partas lo más pronto posible a Coyhaique porque pasado mañana va a hacer una fiesta. Pide que le lleves dos chanchos y que no se te olvide el catre para la cama de su suegra».
Eran como dos días de viaje en ese tiempo desde Balmaceda hasta Coyhaique. Así que don Bene agarró sus pilchas al tiro, a duras penas puso las maderas del catre arriba del caballo y dijo: «¿Cómo voy a llevar los chanchos si tengo un solo caballo?».
Se preocupó, quedó mirando un buen rato los chanchos y de repente ¡no me va a creer que se le ocurrió la solución! Agarró una cincha que usaba para las monturas, subió a un chancho arriba del otro, los colocó espalda con espalda, los amarró bien firme y los puso a caminar. Y cuando veía que uno estaba cansado, se bajaba del caballo, los daba vuelta y seguían el viaje.
Don Bene recorrió sesenta y tantos kilómetros de esa manera. ¡Y llegó Coyhaique con el catre para la suegra y dos porcinos para la fiesta!