Esteban Yáñez
Esta es una mentira de Abel Culinao, un hijastro del finado Poli Culinao, al que se le vino el campo abajo.
Dice que estaban en el río O´Higgins cuando al gringo Bagner, que era dueño de una estancia por allá, se le ocurrió montar un toro. Ese gringo no sabía hacer nada del campo, pero se creía huaso y le gustaba tirar pinta.
La cosa es que tenía un sombrero lindo, lindo y, para que no se le cayera, se lo amarró bien amarrado. Agarró los fiadores, los trenzó y apretó bien firme.
Dice el Abel Culinao que el gringo se subió al toro y el animal salió métale cuesta arriba. Corcovando y balando se mandó para los cerros por donde es montañoso y el río levanta puro hielo. Todos salieron a la siga, pero el animal se perdió con el gringo montado.
Y, pucha, buscaban y buscaban. Miraban en el hielo, en las rocas cerca del río y nada. Cuando lo habían dado por perdido, al Abel Culinao le dio por mirar al cielo y no me va a creer que ahí estaba. ¡Colgando de la rama de un árbol! Ellos lo estaban buscando por abajo y el gringo estaba esperando por arriba. Se le había atravesado una rama en el sombrero y se le había mandado un gancho de palo. ¡Como se había apretado tanto los fiadores, estaba medio ahorcado y no podía gritar! ¡Tres días estuvo el gringo colgando del árbol!